miércoles, 6 de octubre de 2010

El Coronelazo


Célebre fotografía de Héctor García, de
1960, Siqueiros  en la prisión de Lecumberri,
tras las rejas extendiendo su mano izquierda.

   David Alfaro Siqueiros, muralista, pintor revolucionario y activista político. Se le conoce también como “el Coronelazo” por su participación en la Guerra Civil Española como teniente coronel en el bando republicano en 1937.
   Siqueiros desdeñaba la pintura de caballete como privilegio de ricos y postulaba el arte social, exhibido en grandes espacios, para que llegara al pueblo como lo hace patente el manifiesto que firma en 1921, por lo que sus pinturas de caballeta son controvertidas.
   Sus pinturas representan una síntesis muy particular de los estilos futurista, expresionista y abstracto, con colores fuertes e intensos. Se caracterizaba por su modernidad en el uso de materiales y herramientas que determinaran nuevas formas, acordes con su tiempo o susceptibles a rebelarse contra él y anunciar nuevos tiempos.
Siqueiros con Diego Rivera, otro miembro del movimiento
muralista mexicano y amigo del arista.
   El tema principal de la obra de Siqueiros es el papel social del hombre destinado a combatir para alcanzar su libertad. La capacidad de lucha, que fue una de las características del muralista, está patente en la energía de este autorretrato en que el puño del personaje se proyecta en actitud ofensiva hacia el espacio.
El ímpetu, la vitalidad, el dinamismo, la voluntad y el carácter son características que pueden verse. El brazo con el puño cerrado se proyecta hacia el espectador en un acto retador, que sacude e inclusive puede llegar a violentar. El trazo está realizado en escorzo, perspectiva que acorta los rasgos representados y da la ilusión de acercamiento, Esto nos da una sensación de vigor, mientras que la diferencia de texturas del brazo y el fondo acentúan la voluptuosidad de las formas. El artista logró este efecto a base de múltiples capas de piroxilina.
   Aquí se muestra a sí mismo de forma heroica, con rasgos expresionistas y desgarrados, de colores vivos y formas fantasmagóricas.
   Su forma de pintar es esquemática, intentaba encontrar un dinamismo en la figura para crear movimiento. Siempre buscaba teorías para experimentar en ellas. Una de las formas en las que este artista creaba movimiento era pintar con diversas líneas, a modo de boceto. Normalmente, estos trazos son negros y gruesos.
   El pintor chihuahuense encontró un lenguaje vigoroso, resultado de una actitud permanentemente crítica y experimental, tanto por los materiales y técnicas pictóricas como ente la sociedad de su tiempo.
 
“El Coronelazo, (autorretrato)”
David Alfaro Siqueiros

Piroxilina sobre celotex, 91.5 x 121.6 cm, 1945
Colección del Museo Nacional de Arte, México
      Desde mi punto de vista, es una obra muy interesante, ya que muestra a un Siqueiros luchando, con el puño en lo alto y una actitud desafiante, listo para la batalla y que nos deja ver su actitud durante la época en que fue voluntario del Ejército Republicano en España y en cada uno de los movimientos revolucionarios y sociales en los que participó.
David Siqueiros haciendo pruebas para lograr
la poliangularidad
   En este autorretrato no se muestra sólo la figura física de Siqueiros, también su carácter y personalidad. Los vivos colores (como el rojo que resalta la pasión y entrega durante el combate), el gesto demuestra furia y coraje y se resalta su fuerza y el valor que lo llevó a convertirse en un activista revolucionario que apostaba su libertad al mismo tiempo que peleaba por conservarla. Además pueden verse las texturas y es una obra con mucho movimiento.
   Algunos aprecian en sus obras de caballete el recordatorio permanente del compromiso inherente a la condición humana, de la responsabilidad como seres sociales y la imposibilidad de permanecer al margen de las luchas sociales, y considero que esta obra es una de ellas.

   Algunas de sus aportaciones son el uso de la fotografía y cinematografía como matiz de sus composiciones temáticas, la sustitución de la brocha tradicional por la pistola de aire y la adopción de la piroxilina (pintura para automóvil) en sus obras. Esta última técnica se puede ver en el autorretrato, donde la aplica sobre celotex, dando cuenta nuevamente de su versatilidad en el empleo de materiales.
   En su libro “Siqueiros, pintura de caballete”, Xavier Moyssén explica que, refiriéndose a esta obra, el muralista le comentó al crítico de arte Antonio Rodríguez en 1946: “…toda la gente ha pretendido ver una cosa simplemente expresionista de tipo psicológico, pero es, en esencia, un estudio de perspectiva que corresponde al espectador necesariamente activo en la pintura monumental. Es un estudio en el que he tratado de observar las inusitadas enseñanzas que al respecto nos están entregando la foto y la cinematografía moderna…”

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